Lentes de sol-quita color

Tengo una situación con los lentes de sol, hace unos años sentía que me hacia “la canchera” si los usaba, como usar botas o pintarme los labios unos tonos mas que el color natural de los míos, era cosa de “hacerme la linda”.Un día de los 365 que ofrece el año me regalaron unos y me anime, me anime un día, doy y tres, al cuarto ya era adicta, no solo los usaba cuando el sol me rostizaba las retinas, si no en todo momento, mas que protector de sol y resolana se volvieron accesorio permanente de mi cara, los usaba como velo, como biombo continuo de mis ojos, me había encantado la idea de ir por la vida con el seño fruncido y que nadie lo notara…o mirar de frente mientras caminaba a un flaco una cuadra antes y que este no se diera cuenta, o simplemente me fascinaba la idea de dejar escapar alguna que otra lagrima, si una situación lo ameritaba y que el resto no lo percatara.

   Un día mis anteojos de sol completaron su vida útil, por lo que una mañana salí sin ellos en un fantástico día soleado, la claridad me sorprendió con la totalidad de luz que los rayos del sol ofrecían primaveral, a quien quiera que saliera de su casa…el celeste del cielo era mas celeste que si lo veía a través de mis lentes y esa simpleza-grandeza me hizo feliz.

   Al otro día intercambie la tentación del ceño fruncido y las miradas fijamente osadas, por deslumbrarme a ver las cosas con su color original y todo.

Hoy tengo lentes nuevos pero no me hice adicta a ellos, nada de eso…el estuche de los “quita color” solo se abren cuando el sol de manera obstinada intenta rostizarme las retinas. Por el contrario me volví adicta a ir saltando en una pata con el seño fruncido, mirando fijo a un flaco una cuadra antes, que lo note, y si quiero dejar escapar una lagrimita si la situación lo amerita y que el resto se percate, pues Genial!